martes, abril 17, 2007

La Revolución Francesa y las mujeres









Marcela Vera O.


La Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano fue aprobada el 26 de agosto de 1789. Año decisivo donde se juega la suerte de las mujeres de cuyo protagonismo nadie puede dudar. Ellas han participado activamente en los principales episodios que hicieron posible el derrumbe de la monarquía. Fueron gestoras de las grandes revueltas populares cuando las masas hambrientas reclamaban pan.

1789 es el año de importantes acontecimientos que van a marcar de alguna manera el rumbo de la Revolución. El protagonismo femenino es determinante. El 5 de octubre, 600 mujeres, la mayoría vendedoras del mercado de Les Halles, se dirigen a Versalles y en el camino instan a los trabajadores a incorporarse. El objetivo: obligar al Rey a volver a París. Al lograrlo contribuyeron a poner el poder político en manos del pueblo.

Las mujeres también estarán en la toma de la Bastilla el 14 de julio, y su presencia es notoria durante el acto del 17 de junio, cuando los diputados del Tercer Estado proclaman la Asamblea General.

Pero instaurado el Terror, su suerte cambiará. La represión llega por igual a todas, señala la escritora española Alicia Puleo. “Todas, burguesas ilustradas y republicanas, como Pauline León y Claire Lacombe, son duramente reprimidas. Ya no se establece distinción entre ellas: todas sin excepción son llamadas a cumplir con los ‘deberes del sexo’”.

Los jacobinos las consideran molestas e impertinentes. El 1 de enero de 1789, grupos organizados de mujeres presentan la Petición de mujeres del Tercer Estado al Rey. Algunas de las demandas incluidas en el documento se refieren al derecho a la instrucción, acceso a todos los oficios, y medidas legales contra la doble moral, entre otras.

Al día siguiente de la aprobación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, tiene lugar la confirmación de la Ley sálica, que desde tiempos antiguos excluía a las mujeres de la sucesión del trono. Para efectos de ese momento, consagró la prohibición a las mujeres de acceder a la propiedad de tierras. Finalmente, el 22 de diciembre, el nuevo Código electoral no incluyó el derecho a voto de las mujeres, al margen de su condición o de sus rentas.

La Declaración de 1789 e, entonces, el pórtico para reafirmar la soberanía y el poder masculino y el desprecio misógino hacia las mujeres, que una vez más quedan invisibilizadas.

OLYMPE de GOUGES

Ante este estado de cosas, la voz firme de Olympe de Gouges se alza para defender los derechos de sus congéneres, y lo hace plenamente convencida de que la razón y la justicia están de su parte.

“La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo que pertenece al otro; así, el ejercicio de los derechos naturales de la mujer no tiene más límite que la tiranía que el hombre le opone; estos límites deben ser reformados por las leyes de la naturaleza y la razón”.

La autora teatral y activista revolucionaria Olimpia de Gouges (1748-1793) fue la protagonista de la contestación femenina. Ella redactó la primera Declaración de los Derechos de la Mujer. Rechazada y calumniada, su osadía de criticar abiertamente la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, constituyó el primer peldaño a la guillotina en 1793. El programa de Olimpia de Gouges era claro: libertad, igualdad y derechos políticos, especialmente el derecho de voto, para hombres y mujeres por igual. Pero el planteamiento feminista no era compartido por los varones que dirigían la revolución, incluso entre los más radicales de ellos.




















La Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana se publicó en 1791 y era, de hecho, un calco de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada por la Asamblea Nacional en agosto de 1789, en plena efervescencia revolucionaria. La comparación entre ambos textos es esclarecedora:

Asamblea Nacional de la Revolución Francesa:

"Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos (...) reconocen y declaran (...) los siguientes derechos del hombre y del ciudadano.....”

Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía:

Las madres, las hijas y las hermanas, representantes de la nación, piden ser constituidas en Asamblea Nacional. Considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos de la mujer son las únicas causas de las desgracias públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer en una solemne declaración los derechos naturales, inalienables y sagrados de la mujer (...)"

Parafraseando el gran documento programático de la revolución, Olympe de Gouges denunciaba que la revolución hubiera olvidado a las mujeres en su proyecto igualitario y liberador. Así afirmaba que:

"La mujer nace libre y debe permanecer igual al hombre en derechos". "La Ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las Ciudadanas y los Ciudadanos deben contribuir, personalmente o por medio de sus representantes, a su formación".

Olympe de Gouges defendió la igualdad entre el hombre y la mujer en todos los aspectos de la vida pública y privada, en el derecho a voto, el acceso al trabajo público, a hablar en público de temas políticos, a acceder a la vida política, a poseer y controlar propiedades, a formar parte del ejército; incluso a la igualdad fiscal así como el derecho a la educación y a la igualdad de poder en el ámbito familiar y eclesiástico. Asimismo realizó planteamientos sobre la supresión del matrimonio y la instauración del divorcio, la idea de un contrato anual renovable firmado entre amantes, y militó por el reconocimiento paterno de los niños nacidos fuera de matrimonio. Fue también una precursora de la protección de la infancia y a los desfavorecidos, al teorizar en grandes líneas, un sistema de protección materno-infantil (creación de maternidades) y recomendar la creación de talleres nacionales para cesantes y hogares para mendigos.

Los enragés (fracción más radical de los revolucionarios) no se habían atraído solamente a los más revolucionarios de los sans culottes parisinos, también se habían atraído a su órbita a las mujeres más revolucionarias.
En 1793 crearon la "Sociedad de las Republicanas Revolucionarias" (...) En su entusiasmo, unas llegaron a vestir la escarapela tricolor sobre su peinado y otras, el gorro frigio e, incluso, el pantalón rojo.

El encarcelamiento y ejecución de Olimpia de Gouges durante el período de la dictadura jacobina simbolizó el fracaso de las reclamaciones feministas durante la revolución. El Código Civil napoleónico (1804), en el que se recogieron los principales avances sociales de la revolución, negó a las mujeres los derechos civiles reconocidos para los hombres durante el período revolucionario (igualdad jurídica, derecho de propiedad...), e impuso unas leyes discriminatorias, según las cuales el hogar era definido como el ámbito exclusivo de la actuación femenina.






Fuentes: historiasiglo20.org, Centro de Comunicación en Información de Isis Internacional, Mujereshoy.


Lée aquí la DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER Y DE LA CIUDADANA (Olympe de Gouges, 1789):
http://www.geocities.com/Athens/Parthenon/8947/Olympe.htm

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