lunes, junio 04, 2007

Entrevista a Judith Butler

"No solamente la norma de la heterosexualidad es poco convincente. Si no todas las normas sexuales."

"Elaborarse en una cierta posición sexual, o recitar una cierta posición sexual, implica siempre ser alcanzado por la que se excluye."




Peter Osborne y Lynne Segal (1994), Regina Michalik (2001)

Traducción: Marcela Vera O.



El movimiento "queer" ("raro", "diferente") refiere a una corriente de pensamiento y de estudios para la comprensión de la diversidad de sexualidades y expresiones culturales. El elemento definitorio de los estudios queer proviene de una posición de resistencia.

Judith Butler es profesora del departamento de retórica y literatura comparada de la Universidad de California, Berkeley, y una de las teóricas más destacadas de lo Queer que, radicalizando los instrumentos teóricos elaborados por Foucault, Derrida, Lacan, Beauvoir y Wittig, propuso a finales de los 80 una de las lecturas filosóficas más incisivas sobre la identidad de género y sexual: el género lejos de ser una verdad anatómica o psicológica aparece en su clásico "El género en disputa" como una ficción cultural, como el efecto performativo de una repetición estilizada de actos que acaban naturalizándose y produciendo la ilusión de sustancia.

RP: ¿Podrías decir algo sobre la distinción de sexo-género?

Una de las interpretaciones que se han hecho de "El género en disputa" es que no existe el sexo, solo existe el género, y el género es performativo (se construye atraves de acciones repetitivas). La gente entonces tiende a pensar que si el género es performativo, éste es radicalmente libre. Y a muchos les ha parecido que la materialidad del cuerpo está vacía o ignorada o negada - o incluso rechazada. Así es que fué importante para mí en "Cuerpos que importan" volver a la categoría del sexo y al problema de la materialidad, y preguntarme cómo es que el sexo en sí mismo puede ser construido como norma. Ahora, lo tomo como una presuposición del sicoanálisis de Lacan, que el sexo es una norma. Pero no quise seguir estando restringida dentro del articulado de Lacan. Quise averiguar cómo una norma materializa realmente un cuerpo, cómo podríamos entender la materialidad del cuerpo no sólo siendo invertida en una norma, pero en cierto sentido animado por una norma, o contorneado por una norma. Así es que cambié. Pienso que eliminé la categoría del sexo demasiado rápido en "El genero en disputa". Intento reconsiderarlo en "Cuerpos que importan", y acentuar el lugar del constreñimiento en la misma producción del sexo.

No niego ciertas clases de diferencias biológicas. Pero pregunto siempre bajo qué condiciones discursivas e institucionales, ciertas diferencias biológicas - y que no son necesarias, dado el estado anómalo de cuerpos en el mundo - se convierten en las características sobresalientes del sexo. En ese sentido todavía estoy en acuerdo con la crítica del “sexo” como categoría política ofrecida por Monique Wittig. Todavía creo mucho en la crítica de la categoría del sexo y en las maneras en la cuales ha sido obligada por una institución tácita de reproducción obligatoria.

No solamente la norma de la heterosexualidad es poco convincente. Si no todas las normas sexuales. Pienso que toda posición sexual es fundamentalmente cómica. Si dices “puedo desear solamente a X”, lo que has hecho inmediatamente, en presentar el deseo exclusivamente, es crear todo un sistema de posiciones que son imposibles desde el punto de vista de tu identidad. Uno de los aspectos esenciales de la comedia se dá cuando al final terminas ocupando una posición que acabas de anunciar como imposible. Eso es divertido. Hay una terrible subversión de sí misma en eso.

Cuando se debatía sobre los gays en la armada en la televisión de los EEUU, un senador se levantó y dijo riendo: “debo decir que sé muy poco sobre homosexualidad. Pienso que sé menos sobre homosexualidad que sobre todo lo demás en el mundo.” Fué un gran aviso de su ignorancia sobre la homosexualidad. Luego se lanzó inmediatamente en un monologo homofóbico que daba a entender que él pensaba que los homosexuales solamente tienen sexo en los baños públicos, que son todos flacos, que son todos varónes, etc, etc. Lo que tenía realmente era una relación muy agresiva y bastante obsesiva con la homosexualidad, sobre la cual por supuesto él no sabía nada. En ese momento te das cuenta de que esa persona que declara no tener nada que ver con la homosexualidad, de hecho está completamente preocupada por ella.

Pienso que elaborarse en una cierta posición sexual, o recitar una cierta posición sexual, implica siempre ser alcanzado por la que se excluye. Y cuanto más rígida la posición, cuanto mayor es el fantasma, y más amenazador lo es de cierta manera. No sé si eso es un punto Foucauldiano. Es probablemente un punto psicoanalítico, pero eso no es importante para mí.

RP: ¿Se podría aplicar esto a la relación de los homosexuales con la heterosexualidad?

Sí, absolutamente.

RP: Aunque probablemente no de la misma forma…

Sí, hay un problema distinto allí, y es difícil. Cuando una mujer durante mi charla dijo: “sobreviví el feminismo lesbiano y todavía deseo a las mujeres”, pensé que era una muy buena frase, porque uno de los problemas ha sido el requisito normativo que ha emergido dentro de algunas comunidades lesbiano-feministas de emerger con una sexualidad lesbiana radicalmente específica. (Por supuesto, no todo el feminismo lesbiano, pero una parte de éste.)

Las lesbianas se hacen a sí mismas en una comunidad política más frágil, insistiendo en la irreductibilidad radical de su deseo. No pienso que cualquiera de nosotros tenga deseos irreduciblemente distintos.

Hay una noción muy específica del género implicada en la heterosexualidad obligatoria: una cierta visión de coherencia de género desde la cual lo que una persona siente, la manera en la que la persona actúa, y cómo se expresa sexualmente, es una articulación y consumación de un género. Es una causalidad y una identidad particular que consigue ser establecida como coherencia de género ligada a la heterosexualidad obligatoria. No es ningún género, o todo el género, es esa clase específica de género coherente.

Uno de los problemas con la homosexualidad es que presenta psicósis en algunas personas. Mucha gente siente que lo que son como egos en el mundo, cualesquiera que sean sus centros imaginarios, será disuelto radicalmente si se enganchan en relaciones homosexuales. Preferirían morirse a engancharse en relaciones homosexuales. Para esas personas la homosexualidad representa la perspectiva de la disolución sicopática del sujeto. ¿Cómo distinguir ese rechazo fóbico a la homosexualidad de lo que Zizek llama el verdadero - dónde el verdadero es el que está fuera del pacto simbólico y que amenaza al sujeto dentro del pacto simbólico con psicosis?

RM: Judith, Ud. se denomina feminista - ¿Cómo identifica su trabajo? ¿Considera que hacer filosofía es parte del movimiento feminista? ¿Es simplemente su trabajo? ¿O es algo político?

A veces es simplemente un trabajo filosófico, a veces es un trabajo político. Supongo que no es sólo político. Desde muy temprana edad he estado enseñando sobre feminismo, escribiendo acerca de temas feministas. Mi disertación fue sobre 'el deseo', que es una cuestión política, pero también filosófica. Siempre me he interesado por la tradición de la libertad sexual en el feminismo. Me han preocupado mucho las propuestas muy normativas o muy represivas del feminismo. Estoy en contra de las normativas y a favor de la libertad sexual. Siempre he odiado ese dicho que afirma que el feminismo es la teoría y el lesbianismo debe ser la práctica. Les quita sexualidad a las lesbianas. Yo me hice lesbiana a los catorce años y no sabía nada de política. Me hice lesbiana porque quise a alguien muy profundamente. Y luego me hice política a partir de ello, pero como resultado. Odio ese dicho, porque creo que las mujeres bisexuales y heterosexuales dentro del movimiento feminista deben ser respetadas, conjuntamente con sus deseos

RM: ¿Te ves antes que nada como feminista o como teórica queer?

Diría que soy una teórica feminista antes que una teórica queer o que una teórica de Estudios gays y lesbicos. Mis compromisos con el feminismo son probablemente mis principales compromisos. "El género en disputa" era una crítica a la heterosexualidad normativa dentro del feminismo, y mi audiencia era feminista en su mayoría. Cuando escribí el texto no habían Estudios gay y lesbicos, que yo sepa. Cuando salió el libro, la segunda conferencia anual de estudios gay y lésbicos fué en los E.E.U.U., y ocurrió de una manera que nunca me hubiese imaginado. Recuerdo haberme sentado al lado de alguien durante la cena, que me dijo que trabajaba con teoría queer. Y dije: ¿Qué es la teoría queer? Él me miró como si estuviera loca, porque pensó evidentemente que yo era parte de eso llamado teoría queer. Pero todo lo que yo sabía era que Teresa de Lauretis había publicado un articulo en la revista Differencies, llamado Teoría Queer. Pensé que era algo que ella había inventado. Ciertamente nunca se me ocurrió que yo era parte de la teoría queer.

Tengo algunos problemas con esto, porque pienso que hay un cierto contra-feminismo en la teoría queer. También, en cuanto a que alguna gente dentro de la teoría queer quiere afirmar que el análisis de la sexualidad se puede separar radicalmente del análisis de género, estoy muy en desacuerdo con ellos. El nuevo Gay and Lesbian Reader de Routledge comienza con una serie de artículos que afirman eso. Pienso que la separación es un gran error. El trabajo de Catharine MacKinnon instala una relación causal tan reductora entre la sexualidad y el género, que la pone en una versión extrema del feminismo que debe ser combatida. Pero creo que combatirlo con una teoría queer que se desasocia del feminismo tambien es un gran error.

RM: El movimiento "queer", lo ve como radicalmente democrático y sexualmente progresista?

Si, pero no siempre es democrático, puede caer en los mismos patrones que otros movimientos. Cuando surgió realmente suspendía la cuestión de identidad. Algunas personas dicen que es un juego moderno, jugando a los sexos y ese tipo de cosas. No creo que eso sea verdad. Creo que políticamente es la bancarrota de las políticas de identidad y que demuestra que debemos pensar como coalición para que las cosas se hagan. Que no importa con quién dormimos. El movimiento queer era anti institucional con una crítica a la normalización: uno no tiene que volverse normal para convertirse en alguien legítimo.

Para mí "queer" es un expresión que desea que uno no tenga que presentar una tarjeta de identidad antes de ingresar a una reunión. Los heterosexuales pueden unirse al movimiento queer. Los bisexuales pueden unirse al movimiento queer. Ser queer no es ser lesbiana. Ser queer no es ser gay. Es un argumento en contra de la especificidad lesbiana. Que si soy lesbiana tengo que desear de cierta forma, o si soy gay tengo que desear de cierta forma. Queer es un argumento en contra de cierta normativa, de lo que una adecuada identidad lesbiana o gay constituye.

RP: Quisiéramos terminar por preguntarte cómo ves el futuro del feminismo.

Catharine MacKinnon se ha hecho tan poderosa como la portavoz pública del feminismo, internacionalmente, que pienso que el feminismo va a tener que comenzar a producir alternativas poderosas a lo que ella dice y hace - aternativas que puedan reconocer su fuerza intelectual y no demonizarla, porque pienso que hay un animus contra-feminista contra ella, que una debe tener cuidado de no animar. Ciertamente, el paradigma de la persecución, el énfasis excesivo en pornografía, la insensibilidad cultural y la universalisacón de las “derechas” - todo eso debe ser contradicho por posiciones feministas fuertes.

Lo necesario es un concepto dinámico y más difuso del poder, comprometido con la dificultad de la traducción cultural, así como una rearticulación de la “universalidad” en direcciones no-imperialistas. Éste es trabajo difícil y ya no es viable buscar recurso en modelos simples y paralizantes de la opresión estructural. Pero tambien, en oponerse a un concepto dominante del poder dentro del feminismo, aún estoy “en” o “fuera” del feminismo. Y es esta paradoja que tiene que ser trabajada, porque no puede haber pura oposición al poder, sólo una reelaboración de sus términos desde recursos invariablemente impuros.


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