miércoles, mayo 30, 2007

Carmen Castillo: Calle Santa Fe












Ver imagenes de la pelicula y del estreno en Cannes


Chile avanzó hoy por el Festival de Cannes en el arduo y delicado camino de recuperar su memoria histórica y todavía candente, gracias a Rue Santa Fe, un documental de la directora chilena Carmen Castillo, estrenado en la sección oficial Un Certain Regard.


La película de esta realizadora exiliada en 1974, conmovió a la asistencia desde su primer pase de prensa, donde recibió largos aplausos de un público que había llorado también sin poder parar, larga, y en ocasiones, sonoramente.
El responsable de la presencia de está película en Cannes, el director artístico del festival, Thierry Fremaux, dijo haber seleccionado Rue Santa Fe "por su calidad" y por su "universalidad".

El filme es una reunión de imágenes, canciones y sonidos diversos, con recuerdos personales de la autora y de un sinfín de chilenos, documentos de archivos, aspiraciones de un pueblo todavía vivo, imágenes de actualidad y diferentes momentos de la historia de Chile, antes y después del golpe de Estado. El ritmo es igualmente perfecto, aunque la película, de 2 horas y 43 minutos, va a contracorriente de la creciente tendencia a la brevedad, palpable en el cine, como en la ópera o el periodismo.

La historia evocada en el filme comienza a finales de los años 60, con las actividades del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), que lideraba Miguel Enriquez desde la clandestinidad, cuando el 5 de octubre de 1974 fue asesinado en su casa de la calle Santa Fe, en el mismo ataque que dejó gravemente malherida a su compañera, Carmen Castillo.
Pese a la dramática situación del país, la realizadora recuerda que durante el año vivido en aquella casita de la calle Santa Fe la existencia le dio, junto a Miguel Enriquez y sus dos hijas de cuatro años, todo lo que se puede aspirar a recibir de ella.
















No es un filme estático, la directora se transforma ante los ojos del espectador a medida que avanza en búsqueda de su memoria y de la de su país, y crece hasta reconciliarse con su ciudadanía, a la que en sus primeros viajes soportaba con dificultad, tras más de una década de exilio forzado.

"Sí, es así, tengo la impresión de haberme despojado de esas cosas pesadas", con la memoria "totalmente viva", "con mis muertos vivos", pero es "como cuando uno va perdiendo ropaje y se va haciendo más liviano", comentó Carmen Castillo.

Su objetivo, "lograr sentir juntos, ustedes y yo, mis hijos y todo un país, que sí vale la pena luchar, a pesar de todo", a pesar "de tantos muertos, de tantas pérdidas de todos".
De la situación más actual en su país, consideró que "hay el Chile visible y el Chile invisible".

"No ha habido un reconocimiento de la resistencia, apenas se ha salvado a Salvador Allende, explicó, pero hay ganas de hacerlo por parte de la presidenta de la República", Michelle Bachelet.

Lo que ocurre es que hay "una losa dura, pesada, del poder económico", de la derecha, que está ahí "e impide ver el hilo invisible de que la memoria de la resistencia está viva", manifestó.
En esa "paradoja entre lo oficial, lo visible y lo invisible es "donde querría romper los muros de ese país dividido y contar las historias de vida de los revolucionarios".

También los actuales, que no están estructurados como en su día el MIR, pero si están organizados y tienen televisiones paralelas e intentan recrear las relaciones con el pueblo y luchan contra la droga, "ellos son los 'nosotros'" de ahora, señaló.


El título "Calle Santa Fe" responde al nombre de la calle donde ella y su compañero Miguel Enríquez, dirigente y cofundador del MIR, fueron asaltados por la policía el 5 de octubre de 1974. Enríquez murió y ella, que entonces estaba embarazada, fue herida y más tarde se exilió en Francia.En la cinta la directora actúa de narradora, pasando de relatar su experiencia personal, a recordar lo ocurrido en aquella época. Y uno de los planteamientos que prevalecen latentes a lo largo del metraje es si realmente valieron la pena todos aquellos actos de resistencia.

Castillo se reencuentra con los vecinos de la calle Santa Fe, con la familia y con militantes sobrevivientes del MIR, un movimiento fundado en 1965. "A los jóvenes que actúan hoy les voy contando la historia de un país dividido, desde los días de alegría extraordinarios con Salvador Allende hasta los días oscuros de la dictadura, pasando por el exilio y por el retorno clandestino, todo esto inserto en el presente, en la memoria en el presente", dijo Castillo.La realizadora, que trabajó en el entorno de Allende, reside en Francia desde 1976 y comenzó a trabajar en este proyecto hace cinco años. La autora señala que la clandestinidad en Chile "fue una experiencia muy similar a la de la resistencia francesa contra el nazismo, y la de todos los combatientes de la resistencia contra el nazismo europeo, porque vivimos las mismas experiencias: la clandestinidad, la lucha armada, desigual, la tortura, la muerte, la sobrevida".














Para la realización de este documental, Castillo ha contado con apoyos gubernamentales de su país. "Es una película chilena, pero hecha desde Francia", precisó. La cinta, que se proyecta en la prestigiosa sección Una Cierta Mirada del certamen francés, todavía no se ha estrenado en Chile, donde la realizadora está impaciente por vivir el efecto que tendrá.

"Es una película que está hecha para remover y transmitir la memoria de la resistencia en Chile y en el mundo. Es una película sobre la memoria", insiste."Pero yo creo que la sociedad chilena las necesita y que el pueblo de Chile quiere conocerlas, reflexionarlas, pensarlas. Yo creo que es indispensable para que un país sea fuerte, para que una nación tenga fuerza, que en la cultura haya una transmisión de su historia. Y con mayor razón de una historia de lucha como fue la historia de la resistencia chilena", concluyó Carmen Castillo.


"Mi desafío con esta película fue intentar hacer audible el bien "

Es una película difícil de definir, sice Carmen Castillo. No es una película sobre Miguel Enríquez, no es su biografía. Tampoco es una película sobre el MIR. Es una película sobre una parte de la historia y a la vez es una película tribal con un coro de voces miristas. También está la voz de mi familia. Calle Santa Fe es sobre un país dividido. Es una historia completamente personal, en el que mi rol es al mismo tiempo el de personaje, narrador y director. Creo que la película no tendría la fuerza que tiene si le faltara alguno de esos elementos o si no reflexionara sobre el acto de resistencia de Miguel Enríquez como un acto fundador y la significación que tiene más allá de Chile. Por eso interesa también fuera, por eso le interesó al Festival de Cannes, porque la película se interroga sobre lo que sucede con una generación de personas -mis amigos y mis amigas- que se comprometieron en una lucha por la justicia y la libertad".













-En Europa la audiencia tiene una opinión casi unánime sobre el tema. No sucede lo mismo en Chile. Aquí aun es un tema conflictivo y la película se puede ver como una obra más política que artística…

"Mi motor primero fue contar estas historias en Chile. Porque en Chile no se conoce. Hay caricaturas de Miguel Enríquez, caricaturas de terroristas y de víctimas. No están las historias de los seres humanos que vivieron, gozaron y lucharon por un ideal. Calle Santa Fe es un documental de creación, no es un filme de propaganda".
-No hay algo de nostalgia en eso."No, no tiene nada de nostálgico, porque si yo me hubiese quedado en la nostalgia me hubiera muerto, me hubiera suicidado. Sólo se sobrevive si luchas contra la nostalgia".

-¿Cuándo volviste por primera vez a calle Santa Fe?

"Calle Santa Fe era un lugar traumático para mí. Volví en 1992 cuando filmamos el documental La Flaca Alejandra (mirista que se transformó en colaboradora de la Dina). Atravesé la calle, y me fui. Después volví de lejos con precaución, hasta que en 2004 decidí volver con una cámara. Estaba trabajando una película sobre mi padre para Francia y una amiga me invitó. Ella me dijo que los vecinos de la calle eran los mismos que en 1974 y que recordaban todo lo que sucedió. En esas idas y venidas entré en contacto con ellos. Yo siempre pensé que me había salvado la vida una llamada telefónica de la vecina del frente que tenía el único teléfono de la cuadra, pero descubrí que no fue así.

Fue durante el rodaje que me enteré del primer gesto que me salvó la vida. Fue un vecino, Manuel, quien vio que había una ambulancia cerca, de casualidad. Manuel logró que la ambulancia se acercara pese a la Dina y me llevara a la Urgencia del Barros Luco. Lo que me contó provocó un cambio en la estructura dramática de la película porque hasta ese momento para mí en este país sólo había fascistas y traidores. Había dejado de tener en mi mente, en mi memoria, los gestos de bien.

Si pasé años obsesionada con la tortura, los torturadores, el mal, leyendo todo lo que había que leer de Primo Levy, de Hannah Arendt, estudiando sobre el mal, de repente dije que en definitiva era mucho más interesante el bien. Mi desafío con esta película fue intentar hacer audible el bien. Esa cosa extraña que hace que alguien en una circunstancia cualquiera le de la mano al otro".

-Dijiste que el MIR era un movimiento iconoclasta ¿Se ha transformado Miguel Enríquez en un ícono?

"Sí, como el Che. Yo en Calle Santa Fe me lo pregunto. Uno nunca puede hablar en el lugar de los muertos, pero pienso que ser íconos no nos interesaba. Y a los jóvenes de hoy tampoco".

Una cierta mirada

Carmen Castillo conoció el trabajo audiovisual durante su exilio en los 80 y en paralelo con las primeras protestas en Chile. En 1993 presentó La Flaca Alejandra, un documental sobre Marcia Alejandra Merino, ex mirista y colaboradora de la Dina. Un año más tarde presenta La verdadera leyenda del Subcomandante Marcos. La cinta de Carmen Castillo llega a Cannes en el aniversario número 60 del festival que reunirá, en sus distintas actividades a Martin Scorsese, Jane Fonda, David Cronenberg, Quentin Tarantino entre otros. En la selección "Una cierta mirada" -dirigida a cintas con propuestas original de lenguaje cinematográfico- han participado películas de Raúl Ruiz, Abbas Kiarostami y Ken Loach entre otros. Calle Santa Fe se estrenaría en octubre.


Fuentes: La Tercera, El Clarin, Film Nacional

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lunes, mayo 14, 2007

La construcción del sexo

foto: "I have sex with palestinian women"
(en hebreo)






La cultura impregnó y cambió el cuerpo.
Desde los griegos primitivos se puede distinguir naturaleza de cultura. Antes de la Ilustración, el sexo, o el cuerpo, se entiende como el epifenómeno, mientras que el género se entiende como primario o “real”. Al comienzo, el sexo y el género estaban vinculados en el “modelo de sexo único”. Ser hombre o ser mujer significaba tener un rango social, un lugar en la sociedad, asumir un rol cultural, no ser de uno u otro de dos sexos.

Antes del siglo XVII, el sexo era una categoría sociológica y no ontológica. A mediados del siglo XVIII la ciencia constató que el orgasmo en la mujer no era necesario para la concepción, y que una mujer no sólo no necesita sentir placer para quedar encinta, como antes se creía, si no que incluso no necesita estar conciente. Eso abrió la posibilidad de la pasividad femenina y de la “impasibilidad”, y creó un espacio para que la naturaleza sexual de las mujeres fuera redefinida, debatida, negada o limitada. Hasta la antigüedad, la amistad había sido asociada con los hombres y la sexualidad con las mujeres, pero después de la Ilustración se le atribuyó al hombre el desear sexo y a la mujer el desear relaciones.

Durante miles de años se tuvo la idea de que las mujeres tenían los mismos genitales que los hombres, a exepción de que los suyos estaban en el interior del cuerpo y no en el exterior. Galeno, en el siglo II d.C. desarrolló esta idea demostrando que las mujeres eran esencialmente hombres en los cuales una falta de calor vital, de perfección, se había traducido en la retención, en el interior, de las estructuras visibles del hombre. Durante dos milenios, el ovario careció de nombre propio, los científicos refiriéndose a él como testículos masculinos. Tampoco hubo un término técnico para para designar la vagina, si no hasta aprox. el 1700.
















Hacia 1800 los científicos se centraron en lo que consideraban diferencias fundamentales entre hombres y mujeres. No sólo sus respectivos sexos eran diferentes, si no que eran distintos en todos los aspectos del cuerpo y del alma, en todos los aspectos físicos y morales. La opinión dominante desde el siglo XVIII fue que había dos sexos opuestos estables y que las vidas política, económica y cultural de hombres y mujeres, sus roles de género, estaban de algún modo basados en ello.

A finales del siglo XIX se adujo que la nueva diferencia no podía demostrarse en los cuerpos visibles, si no en los elementos microscópicos que los constituían. La diferencia sexual en clase, no en grado, parecía basada en la naturaleza. El profesor de biología Patrick Geddes recurrió a la fisiología celular para explicar que las mujeres eran “más pasivas, conservadoras, perezosas y estables” que los hombres, mientras estos eran “más activos, enérgicos, entusiastas, apasionados y variables”. Los organismos microscópicos determinaron las diferencias entre los sexos y el lugar de cada uno de ellos en la sociedad.

Para Joan Scott, el género incluye al propio tiempo biología y sociedad. Catharine MacKinnon sostiene que el género es la división entre hombres y mujeres causada por los requerimientos sociales de la heterosexualidad, que institucionaliza el dominio sexual del hombre y la sumisión sexual de la mujer. El sexo consiste en relaciones sociales organizadas de forma que los hombres puedan dominar y las mujeres deban someterse. Foucault sostiene que la sexualidad no es un instinto biológico, si no más bien una forma de moldear el yo en la experiencia de la carne. Ésta experiencia está constituida desde y en torno a formas de conducta. Estas formas de conducta existen en relación con sistemas de conocimiento, con reglas de lo que es o no es natural, y con una relación entre el individuo y el sí mismo, que le capacita para reconocerse como sujeto sexual entre los demás. La sexualidad como atributo de primera importancia con el sexo opuesto no es algo natural, si no que es un producto de finales del siglo XVIII.
















Las nuevas formas de interpretar el cuerpo fueron resultados de dos desarrollos: epistemológico y político. A principios del siglo XVIII aún se vinculaban las cualidades del goce sexual con la realidad metafísica, en la cual, se pensaba, residía el orden social. La nueva biología, en su búsqueda de diferencias entre los sexos, surgió en el momento en que los fundamentos del viejo orden social desaparecían. El nuevo cuerpo sexuado se creó con la influencia de muchos cambios sociales y políticos. La construcción de un cuerpo unisexuado con versiones atribuidas a dos géneros, fue formulada en la Antigüedad para dar valor a la afirmación cultural del patriarcado, del padre, frente a la reivindicación de la madre. La ruptura del modelo de un sexo y el establecimiento de los dos sexos no fue consecuencia del cambio científico, si no más bien una revolución epistemológica y político-social.

Marcela Vera O.



Fuente:

Lacqueur, Thomas (1994). Sobre el lenguaje y la carne. En La construcción del sexo. Cuerpo y género desde los griegos hasta Freud.

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