miércoles, febrero 27, 2008

Teoría Crip


















Marcela Vera O.

Robert McRuer mezcla los estudios queer con los de discapacidad, y se atreve a pensar en que otro mundo es posible…


Así como la masculinidad hegemonica y la heterosexualidad, la funcionalidad completa del cuerpo también es una no-identidad. Ésta conforma la norma por la cual no se puede identificar como una posición específica. Conforma un punto de partida “natural” y dado por hecho, desde el cual se forman las otras identidades, y por eso de alguna manera no llama la atención. Lo que llama la atención, lo que es una posición de identidad sobresaliente, es lo “anormal”, lo diferente. Así nacen los temas sobre la homosexualidad, la discapacidad, y sobre la mujer.

Lo divergente se problematiza y se politiza, en vez de que se cuestione la norma que crea estos “problemas”. La Teoría Crip (Crip Theory) se centra en cómo se crea la perfección del cuerpo, y desviste su naturalidad. El punto de partida es un análisis del binario capacitado/discapacitado (abled/disabled), presumiendo que éste es no-natural, y jerárquico.

McRuer llama “Critical Disability” a la posición desde la cual es posible cuestionar el ideal de completa capacidad física, y la describe como una discapacitación conciente, que no es lo mismo que una discapacidad. Es más que nada una identidad, un posicionamiento político, desde el cual la sociedad mayoritaria se puede cuestionar. Mientras que la discapacidad se trata de una exclusión impuesta y no deseada, la discapacitación es una identificación conciente con la exclusión, un lugar desde el cual la normalidad se puede criticar. Esta discapacitación conciente (critica), cuya trayectoria puede trazarse a los movimientos de liberación de los años ´60 y ´70, desestabiliza la identidad del capacitado (con una completa capacidad física).

Según la Teoría Crip, la “Critical disability” produce una crisis de identidad en la norma, a través de la cual la sociedad aprende a tolerar lo divergente hasta un cierto punto. La identidad de la normatividad se hace flexible. La identidad flexible es una “víctima” necesaria para mantener la dicotomía divergente/capacitado –capacidad reducida. El aumento de la tolerancia tiene como tarea mantener la posición normativa intacta, garantizar la futura existencia de la norma. Se trata de una tolerancia que siempre exige el sometimiento de los divergentes.

En lo que se refiere a la creación de identidades, la Teoría Crip utiliza el concepto de “performatividad”, de Judith Butler. Las identidades de los capacitados se crean cuando estos tratan de parecerse al ideal del individuo capacitado fisicamente (“perfecto”). La sociedad se convierte en una escena en donde los ciudadanos actúan su identidad normativa y normalizadora. La identidad normativa flexible se convierte a ratos en ´performatividad´.

En otro sentido, el análisis crítico de la completa capacidad física que ofrece la Teoría Crip, es más difícil que el análisis sobre la heterosexualidad y la masculinidad hegemonica. Estas dos son secundarias con respecto a la completa capacidad física. Estar en una situación en donde la perfección física arriesga ser cuestionada, tiene como consecuencia que tanto el sexo como la sexualidad no se puedan identificar (una crítica común a los estudios sobre handicap, es que tanto el análisis como la teoría ven a las personas como sin sexo, y asexuales).

Otra cosa, es que no es posible hablar de “los discapacitados”. McRuer afirma que “crip” se posiciona en relación a “empeoramiento” y “discapacidad”, como "queer" se posiciona en relación a “lesbiana” o “gay”, es decir, con escepticismo ante las categorías institucionalizadas (con claros límites trazados entre ellas).

Si la distinción entre capacidad reducida/discapacidad y capacidad completa no se puede lograr, es posible para el sujeto y las identidades ir más allá del límite y no dejarse posicionar como perfecto o imperfecto. Esto se hace posible, según McRuer, a través de la imposibilidad de alcanzar la perfecta completa capacidad física; en relación a esta todos de alguna manera somos sumisos. Ésto da la posibilidad de una posición relativamente general que sobretodo los "normales" tolerantes destacan, es decir, que “todos somos discapacitados de alguna manera”, lo que implica que todos estemos en la misma situación. Para McRuer, esta idea tiene rasgos tentadores, ya que rompe con la barrera nosotros-ellos, pero también puede ser demasiado favorable para los neoliberales, ya que hace posible reducir las obligaciones.

La categorización de las personas con capacidades físicas reducidas es necesaria para mantener la discriminación que crea la discapacidad. Capacidad reducida-discapacitación, son dos caras de la misma moneda, esta es una de las ideas básicas de la Crip Theory. La una es una condición para que exista la otra. La categorización es una herramienta para crear y mantener la exclusión. La Teoría Crip marca la posición/identidad como un posible punto de partida para cuestionar la normalidad.


Aunque las personas con capacidad reducida comparten la exclusión, la identidad conciente está lejos de ser una clara consecuencia de ello. Por eso es más relevante hablar de una capacidad reducida-discapacidad como dos caras de la misma moneda. La discapacidad, los impedimentos para la participación y la igualdad que crean la exclusión, puede llevar a una discapacitación conciente. Tambien puede llevar a que el individuo acomode sus expectativas e internalize la opresión. Una discapacitación conciente significa que el individuo “sale” con su nueva identidad política.

Crip es una posición en contra del ableismo (discriminación de las personas discapacitadas, a favor de las personas que no lo son), pero no necesariamente una idea homogénea sobre la capacidad reducida/discapacidad como identidad. Por lo tanto, ser crip es identificarlo y poner resistencia en contra del ableismo, así como ser feminista es tomar una posición en contra del orden del poder. No es necesario tener una discapacidad para tomar una posición crip, de la misma manera que no es necesario ser mujer para tomar una posición feminista. Por lo tanto, crip como posición tiene el potencial de ser incluyente. Aunque en esto también existe el riesgo de que los capacitados se tomen el “crip” y lo vacíen de su potencial radical, dice McRuer.



Referencias:

McRuer, Robert : Crip Theory: Cultural Signs of Queerness and Disability. New York University Press, 2006.

Berg, Susanne & Grönvik, Lars: Crip Theory – en preliminär positionering. 2007


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domingo, abril 15, 2007

Género y generación en la transmición de la memoria

María Elena Acuña (Fac. de antropología, U de Chile)


En el caso de la segunda generación, la de los/as niños/as y jóvenes hay un doble problema, por un lado se marginaliza su experiencia y por otro, el tema de la transmisión de la memoria, entendiendo que hay una generación que posee el sentido del pasado y que lo transmite y que la otra lo recibe en un proceso más o menos simple, con más o menos dificultades. Ambos problemas tienden a la marginación de sus experiencias. Memoria e identidad son dos fenómenos que se entrelazan debido a la necesidad de estructurar una identidad que funcionara para el retorno, lo que en el caso de los/as jóvenes tensa la construcción de su propia identidad.

Memoria e identidad se encuentran entrelazadas de modo que el conjunto de significados de toda identidad individual y grupal que da un sentido de pertenencia a través del tiempo y el espacio está basada en el recuerdo y a su vez lo que es recordado está definido por la identidad asumida. Memoria e identidad no son cosas fijas sino representaciones o construcciones de la realidad, fenómenos subjetivos antes que objetivos (Gillis 1994), y para quienes salieron de Chile siendo niños/as o que nacieron en otros países, la resignificación del pasado es imprescindible para enfrentar el proceso de negociación entre las dos sociedades (la de origen, la de acogida).

Asimismo, para enfrentar la inversión de estos polos respecto de sus padres/madres ya que en el caso de la segunda generación la sociedad de acogida pasa a ser su sociedad de origen y Chile, su sociedad de acogida. Existe una tensión en el hecho de reconocerse pero no sentirse chileno/a, que determina una identidad escindida que se empalma con el proceso de memoria dividida.

Para los niños/as del exilio la transmisión de información sobre el país, sobre Chile constituye un lugar de memoria que opera en la dinámica de la construcción de un mito sobre Chile; mito que se expresa de diversas maneras y que se sintetiza en la nostalgia de sus padres y madres evocada a través de la Cordillera, la familia, el paisaje y la calidad de las relaciones sociales y humanas.

Elementos a la vez que reales se constituyen en representaciones, que están en la base de los lugares de memoria. Chile, es un lugar de memoria en sí, que en un primer momento fue funcional, es decir , tenía como objetivo recalcar que el Chile normal había sido roto, quebrado por el golpe militar, creando conciencia sobre la situación que se vivía y por qué se vivía fuera de los márgenes determinados por la cordillera (Acuña 2001).

El retorno o los viajes temporales a Chile entregan la posibilidad de contrastar la información con la "realidad", y se produce una ruptura entre la el relato recibido y lo observado. El quiebre es vivido como una pérdida debido a la constatación de que lo relatado es si no irreal, al menos abstracto.

Así, el retorno es de alguna manera el inicio de la experiencia del exilio de manera individual para las personas que salieron del país siendo niños/as,

ya que con anterioridad el exilio es una experiencia que como acontecimiento está más significada a través de la experiencia de los padres/madres.

Se trata, como lo ha señalado Poggio (1999) de vivir el exilio de los padres. La generación más joven siente que Chile es un país ajeno, "constatando de paso que ni las empanadas eran tan ricas, ni los tomates tan grandes, ni la gente tan amable ni hospitalaria como surgían del relato de los padres" (Castillo & Piper 1996 : 307).

Para la generación de los hijos/as, los que nacieron o se criaron fuera, el exilio se inicia en el momento del retorno de sus padres/madres con ellos/as. Se constituye en un aquí- ahora en el instante de la llegada a un país donde no tienen historia ni recuerdos, atrás queda el país de la infancia y la posibilidad de recuperarlo es mucho más difusa pues no es parte del proyecto de vida de los padres/madres que se los trajeron.

Considerando la edad de esos niños/as y adolescente/as no es difícil constatar que será más difícil su proceso de construcción de identidad con estas memorias escindidas entre un allá (el país donde se criaron, su patria) que no parece factible recuperar hasta la adultez y un acá (el país de sus padres) que no da cabida a sus ambigüedades.

La marginación de las experiencias de exilio de los/as jóvenes entrelaza el tema de la memoria con la identidad. Al no haber un reconocimiento social de su experiencia y, debido a la edad, tampoco hay testimonios escritos de este hecho (no hay cuentos, novelas, ni poesía sobre exilio escritos por la segunda generación en Chile), que constituye huellas materiales capaces de dar cuenta de que el fenómeno si existe . Cuando más se lo ha consignado como un problema psicológico, como trauma o desadaptación; lo que ocasiona una dificultad para construir referentes identitarios colectivos.


Todo el articulo de Rebolledo:
http://www2.cyberhumanitatis.uchile.cl/19/rebolledo.html

Todo el articulo de Acuña:
http://www2.cyberhumanitatis.uchile.cl/19/macuna.html

"La Memoria de las Mujeres: un Conocimiento Excluido de la Historia": http://www2.cyberhumanitatis.uchile.cl/19/

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